In Nomine Patri

La semana santa ha sido vivida plenamente por mi persona, en primera persona, de manera voluntaria aunque creo que un poco inconsciente después de cuatro procesiones.
Ha sido como cuando te tomas dos cervezas consciente, pero los cuatro tercios restantes te los tomas sin darte demasida cuenta. Pues el símil en este caso es exacto, ves los primeros tercios ( conjunto de personas con cucuruchos de plástico en la cabeza cubiertos por túnicas brillantes y bordados andando a la vez, y dejando distancias proporcionales entre los de delante, los de los lados y los de detrás), y después ya sin comerlo "ni beberlo" otra vez el símil, te metes diez tercios más, que si el San Juan, femenino y masculino, que si qué bien va el San Pedro, que si la Virgen de la Soledad, de la Esperanza, de todos los astros del universo, que si el cáliz que abre la procesión ( gran copa de vino, vacía), no se porque abre la procesión pero en mi tierra lo hace. Que si qué bonicos los monaguillos con el incieso, ay que me ahogo del incienso pero que graciosos, que si a los granaderos ( personas que imitan a los soldados napoleónicos en su vestimenta y que por lo tanto usan pantalones de licra blancos ajustados) no se les marca el paquete, costaleros por aquí, costaleros por allá, ( maquillaté, maquillaté), y así poco a poco tercio a tercio me he agarrado una moña de procesiones que casí casí acabo de rodillas detras del Cristo la noche del Encuentro ( procesión "non stop" desde las doce de la noche hasta las seis de la mañana, con salidas de varios tronos o floats en inglés), y creo que puedo decir que a pesar de mi escasez de fé, si los pecados se perdonan los míos han quedado redimidos para el resto de los días.