Régimen

Estaba sentada, en mi mesa de trabajo, delante del ordenador, contenta por que había conseguido enfundarme el vestido que me hizo la modista de mi pueblo cuando aún estudiaba la carrera, es el vestido medidor, si entras estás bien, si no cierra preocúpate.
Es negro, discreto y se cierra con una cremallera desde la parte baja de la espalda hasta la nuca.
Estaba charlando con mi amiga la artista por el messenguer en un momento de inopia laboral cuando de repente respiré hondo y ... ras! cremallera rota.
Ay! díos mío! que hago, menos mal que no estaba el jefe, yerno del lider supremo y solo estaba él, mi compi-jefe y gran amigo justo en perpendicular a mi.
No hay ningún problema en que yo diga, eh... m que se me cae el vestido, por que lo he reventado! pero conforme lo pensaba, me ha dado muchisima vergüenza y me he quedado pegada a la silla como una muerta esperando a que se levantara, mientras se lo contaba a mi amiga, la cual se partía de la risa, y yo, entre la cremallera rota, el descolgamiento de vestido, la espalda rígida como Jessica Flecher y la vergüenza me ha dado una risa horrible. Al final he podido alcanzar mi rebeca e ir al baño..
Yo parecía Houdini, la cremallera se había abierto excepto por arríba, así que he intentado sacarme el vestido por la cabeza y se ha quedado como una camisa de fuerza, pero he conseguido sacar las manitas como pezuñas de cerdito y he tirado con fuerza del broche de la cremallera, y zas! me la he cargado y me he liberado de golpe de todo, ay! ahora que... me lo he vuelto a poner y menos mal que tiene un corchete en la nuca y se aguanta más o menos.
Y aqui estoy sentada nuevamente como si llevara una bata de hospital con la rebeca encima y muerta de la risa por que ahora como llevo el vestido suelto parezco una señora mayor de esas que se ponen camisiones anchos para estar frescas en verano...