5.9.05

Brunch

R y M son dos amigos míos, ellos viven en Lavapiés en una casa preciosa, es una casita pequeña desde la que se ve el cielo, es una casa alquilada pero es de esas casas que parecen un hogar. R y M son novios y se quieren mucho, se quieren mucho por que él le dá pellizcos en el culo a ella y ella se vuelve y sonrie, por eso se que quieren. Es fundamental que te peguen pellizcos en el culo, si no lo hacen es que no te quieren, es la cruda realidad.

R y M nos invitaron el sábado a cenar, una cena- brunch alemana, por que habían ido de viaje a Berlín. Nos pusieron muchos platos, con verduritas, salchichas y patatas. También había rucola o rúcula, a mi me gusta más decir rucola. Me encanta, puedo comérmela sola, como los caballos, y el sabor amargo que tiene me hace reir.

Berlín es una ciudad preciosa, no es preciosa como Lisboa que tiene sus paisajes, el río y los tranvías, ni como Granada con la Alhambra que ilumina toda la ciudad, es preciosa por la gente y por sus calles y por el ambiente que se respira, se respiraba incluso a través de las fotos.

Había lámparas de cristal que colgaban de los árboles y bicicletas medio enterradas en el suelo. Había viñetas en las paredes y la gente dejaba mensajes en los muros de los edificios para que el resto del mundo supiera lo que pensaba y que pasaba.
Había museos en el cielo y museos bajo la tierra, había museos en los parques, y niños en los parques, los niños jugaban con los juguetes que antes habían sido de otros niños, había neones y tuberías que cruzaban carreteras.

Había bicicletas y gente montada en ellas, y si pedías un desayuno te lo servían con flores, había una tienda de letras para que compraras palabras...

Había una ciudad preciosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué bonito!!!